Me han roto tantos versos que ya no se como se besa.
Y ¿Qué hago?
Pues sumo todas las palabras que no me rima con lo que no me arrima. Y me da negativo.
Y acabo debiéndote saliva.
Como a todas.
Podría decir tantas las cosas que callo, que cayeron a mis espaldas para hacerme imposible la subida de este abismo, que yo mismo, diseñé para enterraros.
Y que mi boca sea el riego de vuestras flores secas, de nuestros capullos
En sueños. Entre sabanas, sin reyes ni leonas. En cueros, sin vacas. En vela, como cada noche.
Vuelvo a resentirme, que por sentirme no me siento ya ni los poemas, que no corre por mis venas ya más sangre, la perdí, y al mismo tiempo a la poesía.
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