Cansados vuelan los pájaros
que anidan entre dos bocas,
que chocan cuando los labios
nuestros, por fin confrontan.
Por fin se exploran las ilusiones
y se marcha el dolor de mi pecho,
cuando tus ojos incandescentes
y tu mirada de amor, esa inocente,
me hace revolcarme entre canciones
y me hace seducirte con un verso.
Con la lejana prosa que te ofende
y las delicadas palabras que son
un anzuelo que nunca muerdes
y un trocito arrancado al corazón.
Muy lento viaja por nuestras vidas
este destino que intenta unir
a dos almas que están heridas,
dos bocas que no saben decidir.
Muy tormentoso es el verano
y su calor insoportable y pegajoso,
tan doloroso, tan refugiado
en nuestras pieles de sudoroso
amor que escapa desahuciado
por mis mordiscos veganos
y tu hambriento y protegido
buffet libre de abogados.
Rendido cae este desánimo,
este soñador en paro,
que no abandona su camino
y carga los infinitos disparos
que tus labios,
armados hasta los dientes,
le han entregado en la distancia
que te ha guardado,
pese a todas las palabras
que has usado para disuadirlo
de esta batalla que no cesa,
pues da el amor mucha más guerra
que muertos deja su dolor.
Y vence la insistencia más con cariño
que la ignorancia con un jamás.
¡Caerás!
Yo bien lo sé,
y lo sabrás,
prometo pues
que nadie habrá
ni quedará
en el mundo capaz
de soportar
tantas esperas
por una doncella
que de bella
tiene por igual,
eterna
maleza
y crueldad.
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